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miércoles, 17 de julio de 2013

Los Clásicos, guardianes de nuestras lenguas y culturas, por Arístides Mínguez

Fue a comienzos del pasado verano, cuando, tras regresar de una de esas noches al borde del mar que tanto gustaban a Kavafis, mi hermano de alma Juan de Dios, profesor de Filosofía en mi antiguo centro de Alhama de Murcia, me hizo ver la luz. “Yo siempre les digo a mis alumnos que la Filosofía no sirve para nada. Que ya está bien de que estudien cosas que sirven para algo, que me sigan, que se dejen llevar en nuestro recorrido por los laberintos de la filosofía y que, al final de curso, mediten si son los mismos que eran al comenzar”.
Ya dijo Aristóteles que la grandeza de la Filosofía está en que no está al servicio de nada ni de nadie, sino que busca el saber por sí misma. Y creo que fue Sócrates quien aseverara que una vida que no es pensada no merece ser vivida. Ni más ni menos.
Y tiene razón Juande: el latín no sirve para nada, como la música, pero, para mí, una vida que no estuviera acompañada por la música y, ¿por qué no?, por el latín no sería vida.
Soy padre de dos niños, Aris y Edu. El mayor cursa ahora 4º de la ESO y va coger Latín en 1º de Bachillerato. Me tocará entonces responderle a él para qué sirve el Latín y, me barrunto, no puedo soltarle las borderías de antaño, más que nada por miedo a los improperios que me puede lanzar su madre. Y 6 años después habré de hacer lo mismo con su hermano.
Mirad, hijos, desde el punto de vista de la sociedad materialista en la que vivimos, es verdad que el latín no sirve para nada, que no se habla en ningún sitio corrientemente, que no os vais a hacer ricos con él ni os van a llamar para la nueva edición de Gran Hermano y, encima, os van a mirar raro si decís que estudiáis latín.
Comienzo de la Ilíada de Homero en el que se canta la cólera de Aquiles.
Comienzo de la Ilíada de Homero en el que se canta la cólera de Aquiles.
¿Cómo explicaros el hormigueo, las “fuertes emociones” que siente uno al desentrañar y traducir un texto griego o latino? Es algo semejante al placer por el trabajo bien hecho, por la belleza de su acción que experimentan los forenses que realizan la autopsia a un cadáver para hallar la causa de su muerte y atrapar al asesino. Sí, esos forenses que están tan de moda en las series televisivas como C.S.I.Bones y que tanto gustan a vuestros compañeros de clase. Pues bien, los traductores somos los forenses de lo que los grandes maestros de la Antigüedad dejaron escrito. Y disfrutamos tanto metiendo el bisturí en sus frases, en sus expresiones, en sus palabras y vertiendo éstas a nuestra lengua materna, que deseamos compartir este don con nuestros alumnos, aunque ni éstos ni el resto de la sociedad esté aún preparada para valorar este regalo.
Mirad, chicos: durante gran parte de la Edad Media el griego desapareció de la Europa occidental y se olvidó casi por completo, ignorándose cómo se leía inclusive. Gracias a la impagable labor silenciosa de algunos monasterios y de las escuelas de traductores de los reinos islámicos, se pudieron copiar muchos manuscritos y transmitir de generación en generación, pero en ese largo camino se perdieron para siempre jamás miles de obras. Pensad que en esta época se hablaba un latín macarrónico, gracias a que era la lengua de la Iglesia, pero se despreciaba todo lo griego e incluso lo latino que no fuera religioso.
No podemos permitir que se vuelva a repetir ese error y que el Latín y el Griego caigan de nuevo en el olvido, pues pasaría como el idioma de los íberos, que pueden leerlo, pero nadie sabe lo que dice porque son incapaces de traducirlo y comprenderlo hoy por hoy. Los Clásicos somos, entonces, también los transmisores, los guardianes de nuestras lenguas y culturas.

domingo, 30 de junio de 2013

Lo reconozco: soy de Clásicas

http://papeldeperiodico.com/2013/06/22/lo-reconozco-soy-de-clasicas/ Lo reconozco: soy de Clásicas Por Arístides Mínguez Baños 22 junio, 2013 | 6 Sí, padre, lo confieso: soy de Clásicas. Filólogo Clásico. Latinista, que no pendolista, para ser más exacto. Y no he pecado, creo. Es cierto que amo las lenguas y el mundo clásico, y que gozo con ellos cual marrano hozando un sotobosque en busca de trufas. A las Clásicas les debo cuanto soy. Como persona bien nacida, que me considero, he de ser también persona agradecida: a ellas, a las Lenguas y Culturas Clásicas. Y lo que es peor: hago proselitismo. He contaminado con mi estigma a mis dos hijos e intento contagiar del amor a lo grecolatino a todos cuantos alumnos (y no alumnos) se me acercan. Tengo claro que “ser de clásicas” ha sido, es y, por desgracia, será nadar siempre contracorriente. Somos unos bichos raros, unos estrafalarios que se emocionan con unas lenguas, a las que quieren muertas, pero que se resisten a ser enterradas. Unos pringados que se ilusionan viendo cuatro piedras tiradas por el suelo, arrumbadas de cualquier manera. Unos colgados que se estremecen recitando versos de autores desaparecidos hace milenios. Y, sobre todo, lo de las piedras. Vamos que tiene guasa eso de viajar a ver piedras, con lo agusto que se está tirado a la bartola en la piscina del Resort, donde te sirven mojito y sólo con llevar la pulsera roja. O comiéndote en el chiringuito unas gambas, que de rojas tienen solamente los polvos que le echaron en el chino, donde las compraron en tiempos de Confucio. Luego, pasa lo que pasa. Como cuentan que le sucedió a un pobre y “honesto” vecino de mi pueblo, hombre cabal y trabajador, hecho a sí mismo y forrado a millones porque supo escalar, en un solo peldaño, de maestro de obras a promotor inmobiliario. Y retirarse a tiempo antes del estallido de la burbuja. Para que no lo tildaran de “paleto o cateto” se apuntó a un viaje cultural a Atenas. Tras visitar el pedazo de roca esa a la que decían la Necrópolis, allá en todo lo alto, con el sol cayendo a pico y espuertas, acordándose de lo bien que estaría tomándose ahora en su playa. ¡Vamos, que después de la ‘panzá’ de subir, sudando a chorros y encontrarse con un puñado de piedras y columnas tiradas de eso que llaman el Paredón! Todo lleno de grúas, pero sin un solo albañil encaramado al andamio. El guía estaba entusiasmado, hablándole de no sé qué santa Tenea a la que le iban a hacer una estatua de marfil y oro de doce metros de alta. ¡Vaya con los griegos! Luego dicen que están en crisis, pero les pasa como a los españoles que para sacar panza poniendo enjoyada a su virgen no escatiman. Así, acalorado hasta la extenuación, hubo de soportar, encima, que el guía le preguntara emocionado qué le había parecido la visita al Partenón. Para quitárselo de encima y evitar que le siguiera dando la tabarra con más historias de esos griegos, le soltó la primera respuesta de compromiso que le vino a la mente: “Está muy bien, muy bonito todo, pero seguro que quedará precioso cuando acaben con las obras y pongan todas las piedras en su sitio. Entonces sí que merecería la pena volver a verlo ‘tó’ entero. Es más, me contratan a mí, me traigo a una cuadrilla de mis indios y mis moros y lo rematamos en un pis pas”. Doy fe de que es verdad o, al menos, como tal me lo contaron. Sí, tiene tela eso de ser de clásicas. El ir justificándote siempre ante la sociedad cuando te preguntan si todavía se estudia latín y griego, que para qué sirve eso, que si es que vas para cura o monja. Y, encima, si eres profesor, tienes que luchar contra la indiferencia y el menosprecio de no sólo una parte de tu alumnado, sino, sobre todo y más doloroso, de tus propios compañeros y, en especial, de la Administración, que cual Santa Inquisición nos somete de cuando en vez a autos de fe. Sobre Arístides Mínguez Baños Catedrático de Latín en un instituto público. Dionisíaco convicto. Actor y escritor frustrado. Colaborador también en La columnata. - See more at: http://papeldeperiodico.com/2013/06/22/lo-reconozco-soy-de-clasicas/#sthash.SErntrE5.dpuf

jueves, 18 de abril de 2013

Fuentes unicode para escrituras antiguas

Enlace a esta página sobre fuentes unicode, entre las que están algunas fuentes griegas: http://sandraromano.es/2011/04/douros/

miércoles, 10 de abril de 2013

VAMOS TODOS A LEER

Aunque este vídeo no sea específicamente de algo relacionado con las Lenguas Clásicas, los clásicos grecolatinos nos están invitando a que los leamos, están deseando... y ¡no sabéis lo que podemos aprender y disfrutar con ellos!

lunes, 1 de abril de 2013

‘Etimologicón: el sorprendente origen de nuestras palabras y sus extrañas conexiones’ de Javier del Hoyo

Las palabras tienen su propio ADN, como los organismos vivos. A diferencia de los organismos vivos, las palabras no poseen largas cadenas helicoidales de cuatro letras recombinadas de todas las formas posibles (ACTG), sino pequeñas mutaciones de letras que, tirando del hilo, nos permiten ir descubriendo cómo fueron degradándose, adaptándose, reordenándose, hasta ser como son. Que la cama se llame cama y la cómoda se llame cómoda, siendo más cómoda la cama que la cómoda, no nace del capricho de un bautizador real con mala leche, sino que dicha contradicción es el resultado de innumerables caprichos mutagénicos del habla cotidiana, en la que todos participamos de tal forma que incluso las palabras pueden llegar a cambiar diametralmente de significado (un buen ejemplo es el término “as”, que hoy se aplica a quien es bueno en algo, como el as del deporte, pero que antaño se aplicaba justo al torpe, pues “as” procede de asnejón. Lo mismo puede decirse del repetido “punto álgido”, que en realidad significó no hace mucho única y exclusivamente el punto más frío). El doctor en Filología Clásica Javier del Hoyo, pues, ha concebido Etimologicón con el mismo ánimo que Watson y Crick mostraron al mundo la estructura del ADN. Y además lo ha hecho de forma amena y accesible para toda clase de lector. El título: Etimologicón. Del Hoyo ha huido de la relación soporífera de palabras y, sin embargo, las ha unido entre sí como si tratara de escribir un relato coherente con todas ellas. (Un gran acierto de la edición de Ariel ha sido sobresaltar en color azul cada una de las palabras, así pueden localizarse fácilmente en el texto). El propio autor señala en el prólogo de Etimologicón que su libro está dirigido a profesores, estudiantes y amigos de las lenguas clásicas, pero sobre todo fascinará a todos los amantes de la lengua y de sus curiosidades. Y tras su lectura, no puedo estar más de acuerdo. Ahora, las hebras de ADN de las palabras que uso comúnmente son más evidentes que nunca, pero sobre todo he aprendido mucho. De todo. Las palabras se ofrecen en racimos, agrupadas en familias léxicas, a partir de una raíz, encadenadas; las hemos marcado en color azul para mejor captarlas en un golpe de vista. Sabemos que la forma en que la persona almacena el vocabulario en el cerebro es así, ligando las palabras unas a otras. Las aprendemos por familias léxicas, por sinónimos (dar-entregar), por antónimos (morir / vivir), o por palabras que se relacionan semánticamente. Aprendemos el concepto “cuchara” y la ponemos inmediatamente en relación con “cuchillo” y “tenedor”. Y a veces relacionamos ese término con otras lenguas, en que se asemeja mucho. […] En Etimologicón hemos escogido 32 raíces latinas, independientes, y cada una de ellas nos va a proporcionar entre veinticinco y ciento diez palabras presentadas con un hilo conductor. Sergio Parra Editor en Papelenblanco

Las humanidades, ¿se valoran lo suficiente?

La autora del artículo reivindica las humanidades: "Los estudios humanistas nos ayudan a hacernos personas, a desarrollar una forma de mirar el mundo que nos permita orientarnos en la vida y seguir aprendiendo. Nos hace libres y felices". Y plantea el hecho que en otros países incluso los estudiantes de ciencias las valoran y estudian. ¿Crees que las humanidades tienen la valoración que merecen? Las humanidades: excelencia académica y profesional Margalida Capellà Soler Humanitas era para Cicerón la culminación del proceso educativo que sólo conseguía el orador; hoy diríamos excelencia educativa y profesional. En la Antigüedad no existía la dicotomía ciencias/letras ni la figura del especialista. ¿Qué papel juegan las humanidades y cuál deberían jugar? Las humanidades han sido arrinconadas por la Administración pública en las sucesivas reformas educativas y todavía más por la ley Wert, a pesar de que todo el mundo sabe que ordenan el pensamiento, despiertan el espíritu crítico, estructuran el lenguaje... Pocos son los centros de secundaria que imparten griego. ¿Se puede cursar un bachillerato humanístico sin griego? ¿Cómo se pueden entender el origen y la evolución de las lenguas románicas sin unas nociones básicas de latín? ¿Cómo se pueden comprender la literatura universal, el arte, la música... sin el conocimiento de los clásicos?... La situación de las humanidades es paradójica en la mayoría de los países, salvo en Alemania, donde hay un gran interés por saber latín. Con la renuncia del papa Benito XVI ya hemos visto que, incluso en el Vaticano, se ha perdido el latín. Recientemente, en Francia, el CAS (Centre d’analyse stratégique) ha publicado un estudio dirigido por Jean-François Pradeau, titulado «Les "humanités", au coeur de l'excellence scolaire et professionelle», que sugiere pautas para la enseñanza de la lengua, la cultura y la recepción de la Antigüedad y apunta la posibilidad de permitir estudiar latín o griego como segunda lengua. Curiosamente (o no tanto, porque el latín fue la lengua de la ciencia hasta el siglo xviii), el 65% del alumnado latinista francés de bachillerato es de ciencias, frente al 17% de letras. Conocer la Antigüedad (griego, latín, filosofía, historia, literatura, lingüística, arte, música, arqueología, antropología...) es fundamental para hacer frente a nuestra realidad actual y para paliar nuestros problemas vitales y sociales. Los estudios humanistas nos ayudan a hacernos personas, a desarrollar una forma de mirar el mundo que nos permita orientarnos en la vida y seguir aprendiendo. Nos hace libres y felices. Son muchas las referencias clásicas que encontramos en el cine, en la música, en la publicidad, en el arte, en la literatura, en el lenguaje, en la ciencia, en la vida cotidiana, en la prensa... Estos referentes nos ayudan a entender el mundo, a encontrar respuestas y modelos, formas de vivir y de pensar, valores y también contravalores... Busquemos lo que busquemos, acabaremos encontrándolo siempre en la Antigüedad, incluso corrupción, nepotismo, explotación infantil, violencia de género, degradación del medio ambiente... Las humanidades no pueden ser elitistas, ni ser consideradas inútiles, ni rancias..., porque a nuestra sociedad le interesa el estudio del pasado por razones sociales, intelectuales, morales... Depende de nosotros suscitar esta inquietud, fomentar la curiosidad y la creatividad, contagiar la pasión por aprender, por hacer actual el pasado, por buscar en él las claves para entender el presente y afrontar el futuro. Las humanidades nos permiten adentrarnos en el conocimiento; pero no es tan importante llegar a él como el camino. Los alumnos y alumnas son nativos digitales, pero hay que educarlos para que sepan qué información deben buscar, dónde encontrarla, cómo gestionarla para crear conocimiento y ser respetuosos con los derechos de autor. El profesorado debe proporcionar los instrumentos y las competencias para aprender a aprender, mediante nuevas metodologías y contenidos que aprovechen los recursos de Internet para el aprendizaje y la generación compartida de conocimiento. De este modo, las TAC guían el aprendizaje más autónomo y personalizado del alumnado. Tiene que haber interdisciplinariedad, así como trabajo cooperativo en el aula. Estudiar humanidades no puede ser memorizar fechas, obras o movimientos. La lengua, la literatura, la historia... tienen que vivirse, y el alumnado debe asumir el protagonismo con todo su potencial. Artículo correspondiente al núm. 3 de la revista Aula de secundaria, pero yo lo he tomado de la página siguiente: http://www.grao.com/forums/humanidades?_tmc=9l3Im3NKpOwkQkUP-tcndNKPDq4RwwSIounzycKZPFU

domingo, 17 de marzo de 2013

Mi VOKI

Arte Romano

No podemos olvidarnos del gran éxito que ha tenido el vídeo "GRACIAS, GRECIA".

Fase de experimentación

Informo, por si acaso hay algo que desentone, que estoy en fase de experimentación con esta bitácora. Estoy realizando las prácticas que voy leyendo en el Curso de la Web 2.0 y voy añadiendo diversos elementos a la página, que ya iré revisando más detenidamente.
Siempre digo lo mismo: si alguien me quiere corregir o sugerir algo, estoy en disposición de escuchar.    :-)
Gracias.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Inauguratio huius bitacorae

Doy comienzo a mi primer cuaderno de bitácora en la red teniendo como objetivo general la defensa de las lenguas clásicas (latín y griego, por si alguien no se ha enterado) de una manera muy amplia, es decir, que podrán aparecer muy diversos contenidos siempre que tengan alguna relación, por pequeña que sea, con nuestras dos queridas lenguas, que se han mantenido vivas a lo largo de los siglos, a pesar de que la gente inculta se empeñe en llamarlas "lenguas muertas".
Quiero, desde el principio, manifestar mi deseo de humildad:
  • no pretendo escribir  aquí con la intención de alcanzar la fama;
  • puedo equivocarme en algunos de los contenidos que exponga y, por ello, pido que me corrijan siempre que así ocurra;
  • me considero un "soldado raso" a la hora de defender las Clásicas, pero quiero dar la vida como el que más, entregándome hasta donde pueda;
  • y reconozco de antemano que muchas entradas que aparecerán aquí no serán de mi cosecha sino que yo haré de simple intermediario para darlas a conocer aún más por su relación con estas dos lenguas.
Para empezar, vamos a dejar muy clara esta realidad de "siempre vivas" con pocas palabras (más adelante se podrá profundizar en ello):
  • La lengua griega: el griego moderno o actual es la evolución natural del griego antiguo o clásico, igual que al referirnos a nuestra lengua hablamos de castellano antiguo o viejo y de español o castellano actual. En ambos casos nos referimos a la misma lengua, pero en la actualidad se muestra más evolucionada y más vieja, de la misma forma que una persona va cambiando con el paso del tiempo, al menos en su aspecto físico. Vamos, que no se puede decir de ninguna manera que el griego sea una lengua muerta, ¡ni mucho menos!
  • La lengua latina: el caso del latín es más complejo, porque no ha evolucionado en una sola lengua, como el griego, sino que ha evolucionado en bastantes lenguas, a las que se las conoce por el gentilicio del país o región donde se hablan (en Francia, el francés; en Italia, el italiano; etc.); pero también se las podría conocer como latín 1, latín 2, latín 3, etc., o, en vez de con números, con letras, pero el caso es que todas se podrían llamar con el nombre de latín. Por tanto, sin entrar más a fondo, hay que recalcar que el latín también está más que vivo, puesto que se conserva y se habla en su forma de latín clásico antiguo (aunque muchos lo ignoren) y, además, en diversas formas evolucionadas.
Por ahora es suficiente. Ya seguiremos.
Y así queda inaugurado este cuaderno de bitácora.


martes, 12 de marzo de 2013



Este es un lugar especial por las puestas de sol que se disfrutan desde allí, aunque en esta foto sea ya la luna.

In memoriam

Quiero recordar aquí a quien fue mi profesor de Griego en el Instituto:
D. Julio Cruz Gámez.
Él fue Catedrático de Griego en el Instituto Alfonso X "el Sabio", de Murcia.
Era de esos profesores que dejan huella y en mi caso me motivó a estudiar Filología Clásica
Requiescat in Pacem.
Y, por decir algo, voy a escribir una frase que nos enseñó él diciéndonos: "cuando los de ciencias se rían de vosotros, les contestáis ἁλεπὰ τὰ καλά". Esta frase griega la he recordado siempre. Significa: las cosas hermosas son difíciles, lo bello es difícil. Todo lo que nos cuesta un gran esfuerzo resulta de una gran belleza, resulta ser algo grande, admirable.
Quede aquí plasmado mi especial cariño y aprecio a quien fue un gran profesor de Griego: Don Julio.